10 marzo, 2007

IV



Quisiera ser Tiresias esta noche

y en una lenta espera boca abajo

recibirte y gemir bajo tus látigos

y tus tibias medusas.

Sabiendo que es la hora

de la metamorfosis recurrente,

y que al bajar al vórtice de espumas

te abrirías llorando,

dulcemente empalada.

Para volver después

a tu imperioso reino de falanges,

al cerco de tu piel, tus pulpos húmedos,

hasta arrastrarnos juntos y alcanzar abrazados

las arenas del sueño.

Pero no soy Tiresias,

tan sólo el unicornio

que busca el agua de tus manos

y encuentra entre los belfos

un puñado de sal.

Julio Cortázar



6 comentarios:

NáN dijo...

Durito el poema. El que busca el agua y se encuentra sal entre los labios.

Durito, sí; pero no raro. ¿Quizá en Cortázar sí lo es? He leído muy poca poesía de Cortázar. Cada vez que ponéis algo, Lara ya lo hizo hace mucho tiempo, me sorprendéis (en el texto y en mi ignorancia). Pero este sentimiento lo reconozco muy poco en el Cortázar de la prosa. ¿Es este poema una rareza en él? ¿O en su poesía se da más?

Sea lo uno o lo otro, ¡muy interesante!

Paralelo 49 dijo...

Este, es el cuarto poema perteneciente a “Cinco últimos poemas para Cris”. Son 15 poemas en total divididos en tres partes “Cinco poemas para Cris” “Otros cinco poemas para Cris” y “Últimos cinco poemas para Cris” Esa Cris de la que el está enamorado, por la que siente un amor desmesurado y a la que le dedica los poemas es Cristina Peri Rossi, gran amiga suya y con la mantuvieron una relación de amistad o de "una amistad amorosa" como ella le llamaba. Ella le quería mucho y estoy segura que de una manera u otra le correspondió aunque luego no fuera a su entierro.

A mí esos poemas, algunos me gustan otros no tanto, pero en general lo que siempre hace Cortázar es inquietarme, dejarme a las puertas de un sitio desconocido en el que quiero seguir indagando, sabiendo, conociendo, aprendiendo.

Es un poema duro sí, pero qué manera la suya hacernos partícipes de esa dureza. Me admira como encuentra, alcanza esa imagen, ese sentido, ese ingrediente que hace que todos sepamos en la justa medida qué dolor, y cómo se siente uno cuando encuentra la sal en vez del agua. Quién de nosotros no ha tenido una cortada en algún dedo y ha sentido el dolor el escozor de la sustancia agria, ácida en la herida.

A tu pregunta no sé exactamente responder pues son bastante dispares, algunos me encantan otros no, pero en general de una manera u otra, todo en él me parece inédito.

Un abrazo y que tengais un día tan bonito como el que hace,hoy, aquí.

Unknown dijo...

Tiresias, ciego y dual. Extraña figura para ser invocada. Castigado a no ver pero predecir, convertido en hombre y en mujer para gozar de los placeres de ambos sexos....pero parece que aquí todo se ve arrebatado y privado. Sólo queda....sal

Rober dijo...

Me quedo con la sal, si eso implica haber probado los labios o haber bebido del mismo agua, la misma vida para cuerpos diferentes, el vórtice del círculo de humo que se autoalimenta desde este cigarrillo hasta las arenas del sueño.


Siento la ausencia de estos días.

Un beso.

Anónimo dijo...

Tienes razón, Rachel, de que por algunos "aquí" los tiempos están arrebatados (en el poema, no en la vida; o en la vida de otra manera que la sal). Y privados, lo que a veces está bien y a veces no tanto. Cuando pasa, pasa. Y creo que a Julio le pasaba entonces y que todo el poema va, como una flecha, hasta la palabra sal, que descarrila (la vida, no el poema) en ella.

Qué bueno lo que me das a conocer Par49. Me sirven mucho tus respuestas. Me he dado cuenta de algo raro (en lo privado): a los autores que he leído en prosa, les he ignorado totalmente en sus pomeas: nada de Cortázar, pero tampoco de Bolaño, ni de Auster, ni de Bukowski... Tendré que remediar es instintivo impulso asesino.

Fue un día precioso, Par, sí.

Buena semana

Paralelo 49 dijo...

Yo diría que precisamente en Tiresias está el truco del poema Rachel, qué bueno verte por aquí.


Andamos todos liados Robel, tranquilo. Dicen que después de la tempestad siempre viene la calma. Dicen... que también en las ondas del humo.

Ya vi Nán, el día precioso, la foto, el camino, claro, cómo no. Me alegro mucho.