25 noviembre, 2006

La Idea del Norte

Hay ventanas, que estén donde estén,
siempre dan al Norte


Nocturno

a los que escriben nombres en la nieve


El cuarto, oscuro; y la ventana abierta
en la noche desnuda del estío.
El canto seco de la tierra ciega
es de cristal y lo dicen los grillos;
hay un enjambre azul de altas estrellas
que no vuelan, y hay unos leves hilos
que nuestros ojos unen con belleza.
Desde mi ardiente soledad yo miro
las sombras de este cuarto, tan espesas,
y el campo no visible al que yo aflijo
con ese pensamiento del que vela
sabiéndose de carne. ¿Algo es mío?
Muy lejos, se reúnen las casas; son inciertas
y agrupadas sus luces junto al mar: hay un ritmo
de olas negras y sordas. La alegría gobierna,
en esos territorios, el vivir. Yo respiro
la oscuridad tan mía, mi vida no está cerca
del agua ni del cielo,
ni tampoco de aquello que deseo.

Francisco Brines
El otoño de las rosas



4 comentarios:

emejota dijo...

(...con ese pensamiento del que vela...)

El pensamiento vela y vuela.
Y va y vuelve.
(y el vaho)
Y a veces.

Paralelo 49 dijo...

(Y a veces siempre.)

Anónimo dijo...

Encontrar tu blog ha sido todo un descubrimiento.. y esta imagen, me recordó a algo que cité hoy en un post.
UN saludo, y seguiré leyéndote.

Tharsis
http://mientrasvivimos.blogomundo.com

Anónimo dijo...

HE REMEMBERS FORGOTTEN BEAUTY (III)

The roses that of old time were
Woven by ladies in their hair,
The dew-cold lilies ladies bore
Through many a sacred corridor