17 octubre, 2023

Conjuros


 

Trabo mi nombre a tu cuerpo de árbol.

Mi sed de tierra, mi hambre de nenúfares

buscan la materialidad de tu voz

para encontrar un estanque donde prender en el agua,

un arroyo al que cruzar para verte.

 

Giro alrededor de una mesa,

paso los dedos por el suavísimo lacado 

mientras te nombro. Cómo

traerte a mí -me digo.

Tal vez la cola de un conejo

o unas hojas de brezo bajo la almohada.

Quizá la cera de una vela 

que arde lentamente en la niebla sin apagarse

 

Será el canto de un mirlo blanco,

una pluma amarillo lima

o una tuerca brillante 

encontrada en el nido de los cuervos.

 

O tal vez no sea nada, simplemente

 deba abrir la mano y dejarte marchar.


2 comentarios:

Fackel dijo...

Un poema como este no se lee. Se escucha. Su calidad tiene prolongaciones.

Paralelo 49 dijo...

Gracias Fackel, por tu apreciación y por estar tan pendiente a mis escritos.