Para M.
(einer geht es noch)
A veces cierro los ojos y miro al sol. En esa oscuridad tan clara me viene al pensamiento la imagen de una fotografía. Un muchacho subido a un ciruelo, ese muchacho sostiene a un niño en sus brazos, con la protección atenta de estar a cierta altura. Ambos sonríen.
Y yo me refugio a la sombra de ese árbol.
A veces cierro los ojos y miro al sol. En esa oscuridad tan clara, escucho una voz que canta en francés. Abro los ojos, y allí estabas tú, naciendo cada día:
Rosa
Y lo dejaré aquí, para que sean la tibia memoria de Abril
Buscan mis labios
el cielo de tu boca
donde perderse
Como el insecto que ignora que lo es y se esfuerza por cumplir la tarea con su estirpe.
Como las puertas que no saben si fueron colocadas para entrar o salir. “Perded toda esperanza” “prohibido el paso” o “entren sin llamar” y otras mentiras, pone siempre.
Como la tarde, ahíta de suspiros, que imita en el color a la mañana pero le es imposible reproducir su olor o su futuro.
Como el rompecabezas, todo temblor y miedo, que odia su última pieza cuando se le aproxima para dejarlo quieto e inservible.
Como la taza de café vacía, que llora con amargo recuerdo su aroma de suicida y el sabor de los labios.
No sé si así es la vida
pero el poema se parece mucho.